(silybum marianum)
El cardo mariano, originario de Europa, es robusto, bienal, con tallos erectos y ramificados en la parte superior; pueden alcanzar 1,80 m de alto; hojas anchas, lanceoladas, puntiagudas, verde brillante con blanco en la base y nervios, en los bordes y las puntas son espinosas. Florece de mayo a julio: las flores aparecen en los extremos de de los tallos. Los frutos en aquenio, liso y jaspeado de gris; abunda en escombreras, cunetas, baldíos y terrenos pedregosos.
El cardo mariano se utiliza en preparados farmacéuticos: está indicado para ictericia, peritonitis, cirrosis y para activar la secreción de la vesícula biliar. Es uno de los mejores aliados para la salud hepática ya que tiene capacidad de regenerar células y mejorar las funciones del hígado: la silimarina, su principio activo, se emplea en muchos medicamentos para tratar la cirrosis y contra las intoxicaciones producidas por la seta amanita phalloides.
Las grandes hojas tiernas, sin los bordes espinosos, se consumen tanto crudas en ensaladas como cocidas al igual que cualquier verdura; los capítulos florales tiernos y sin espinas se pueden tomar como alcachofas; en algunas zonas las flores se han utilizado para cuajar la leche. Los tallos tiernos, una vez pelados, puestos a remojo para quitarles el sabor amargo, cocidos, se pueden consumir como espárragos. Sus semillas proporcionan un aceite de gran calidad y, tostadas, se emplean como sucedáneo del café. De sus tallos se obtienen fibras textiles con las que se confeccionan tejidos combinándolos con el lino y el cáñamo.
Se conocen casos de envenenamientos de animales rumiantes debido a los nitratos del suelo que acumula la planta ya que se convierten en nitritos en el rumen.