Para los habitantes de tierras interiores la aparición en marzo de un bando de medio centenar de gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) supone una agradable novedad pues su presencia en el campo de Villafer se ha ido espaciando en los últimos tiempos. Este año, sin embargo, las reidoras visitan las parcelas recién labradas por los tractores con sus aperos (el tradicional arado o el novedoso chisel) en el pago de Las Largas.
Las pequeñas gaviotas han partido desde Centroeuropa y Escandinavia en los meses de setiembre-octubre con vuelos rápidos y ágiles hacia zonas meridionales europeas. En esta fase de su ciclo anual son muy sociables y ocupan costas, ríos y campos de labor en tierras interiores como ha captado Marco. Aliadas con el agricultor, los componentes de este bando se ciernen en vuelo bajo sobre la parcela que se está labrando para escudriñar el terreno movido de donde surgen innumerables gusanos y larvas de insectos dañinos para los próximos cultivos de maíz, remolacha o girasol; localizado el objetivo se posan en el suelo para capturar y engullir el alimento.
Varias semanas antes de la partida el plumaje de las aves adultas (alcanzan la madurez a los dos años) de ambos sexos ya exhiben un diseño nupcial dominado por un blanco puro en las partes ventrales y en la nuca; el resto de la cabeza marca un capuchón de color marrón chocolate donde resalta un anillo ocular incompleto de color blanco; el dorso y alas con tonalidad gris claro y las puntas, negras; el dimorfismo sexual es mínimo: un poco mayor el macho. Fuera de la época reproductora los adultos pierden las plumas marrones de la capucha permaneciendo únicamente en la cabeza dos manchas oscuras.