(fringilla caelebs)
Es una de las aves más abundantes y comunes en la Península; tamaño de un gorrión, aunque más estilizado, con acusado espíritu gregario fuera del período de reproducción forma bandadas por sexos (Linneo les dio el nombre de “coelebs” en latín célibe) que se desplazan para alimentarse por campos de cultivo, dehesas y cunetas; en primavera se hace forestal pues frecuenta nuestros bosques de ribera, quejigales y encinares; en invierno las abundantes colonias locales reciben a muchos ejemplares europeos. Es notorio su dimorfismo sexual; el macho muestra la frente de color negro, la parte superior de la cabeza y el cuello, gris azulado; el dorso castaño y las mejillas, cuello y pecho de tono ocre rosáceo; las hembras, menos llamativas: el dorso y cabeza, pardo oliváceo, carecen de los marcados contrates del macho; ambos exhiben en el ala una franja blanca; las plumas blancas externas de la cola son muy visibles en el vuelo; pico gris, cónico y puntiagudo; ojos pequeños y de color marrón oscuro.
Dieta: semillas variadas que buscan por barbechos, rastrojeras, dehesas…, frutos, brotes tiernos y flores; durante el invierno aprovecha las bellotas de nuestros encinares rompiendo la cubierta hasta alcanzar el energético interior; en primavera consume insectos y larvas. Su celo es tempranero, establece su territorio en zona arbolada, rodales de árboles aislados o sotos, lo delimita desde diversos cantaderos; la hembra construye un sólido nido mimético revestido externamente con líquenes o trozos de corteza; suele poner 4 huevos que eclosionan a los 12 días; ambos padres ceban: pueden tener una segunda puesta; canto poderoso; vuelo ondulante y rápido.
