(vulpes vulpes)
El zorro ha estado presente en la mitología, en la literatura (cuentos y fábulas) y en el folclore. Es uno de los carnívoros mejor dotados para la supervivencia basada en su buena tasa de reproducción (de 4 a 6 zorreznos), adaptabilidad (al clima, dieta y biotopo) y alto psiquismo. El manto es pardo rojizo aunque en una misma comarca puede ser distinta la tonalidad de los individuos; los ojos claros, orejas enhiestas y cola empenachada. Está dotado de una gran astucia; sus sentidos de enorme agudeza y precisión interactúan; ágiles reflejos y gran capacidad de reacción; tal vez el olfato es su sentido más desarrollado; largas orejas muy móviles, son capaces de percibir sonidos fuera de la gama de frecuencia que capta el oído humano; los ojos oblicuos del raposo están adaptados a la oscuridad: su brillo frente a la luz significa que están dotados de tapetum lucidum (capa de células que actúan como reflector de los rayos luminosos).
Aunque bohemio y poco rutinario suele someterse a normas territoriales en su campeo. Cada individuo dispone de instrumentos para impregnar su mundo con el olor a zorro, acre y desagradable; este olor informa a los otros congéneres; en distintos lugares de la piel están ubicadas glándulas de secreción externa (almohadillas plantares, glándulas anales y glándula violeta en la parte alta de la cola); la propia piel produce sustancias olorosas con las que marca determinados objetos. Son omnívoros: mamíferos, insectos, frutos, carroña, restos en basureros…