(carduelis cannabina)
Se trata de un fringílido esbelto y de aspecto pardusco; por su espíritu gregario frecuentemente se les puede observar en bandos compactos durante el otoño e invierno; está ampliamente distribuido por toda la comarca, es sedentario, se adapta a varios hábitats y puede criar en cualquier zona con un mínimo de vegetación arbustiva. En invierno, la cabeza gris ceniza en los dos sexos; el pico corto y cónico de color gris oscuro; el dorso y los flancos son marrones; las alas, de tonos más oscuros, contrastan con bandas longitudinales blancas que se hacen patentes en el vuelo; la cola, muy escotada, presenta bandas blancas.
Suele entrar en celo a finales de marzo; formadas las parejas, comienzan a disgregarse; el macho ya tiene coloreada la frente y el pecho de rojo carmesí; con gran rapidez la hembra construye el nido escondido en matorrales de bajo porte, viñedos, setos, zarzas o tomillos incluso se adapta a zonas humanizadas (parques, huertas, jardines…); la nidada puede contener de 4 a 6 huevos que la hembra incuba durante 13 días; tras la eclosión son cebados por la pareja que aporta en los primeros días larvas e insectos, posteriormente regurgitan semillas transportadas en el buche; a las dos semanas abandonan el nido; en otoño tienen predilección por la semilla del cenizo(chenopodium álbum) nuestro “genijo”. Es uno de los mejores cantores entre los fringílidos: el canto del macho, armonioso aunque de tonos bajos, consta de una rica escala de trinos y silbidos metálicos, lo mismo canta posado que en vuelo, solo o a coro con los machos de la bandada.
