(tyto alba)
La lechuza común, nuestra coruja, lejos del ser oscuro y tenebroso que la superstición ha dado a esta rapaz nocturna, es un ave bella con plumaje elegante y delicado que desempeña un papel beneficioso para la agricultores y la ganaderos ya que controla la población de roedores en almacenes, establos y campos. Se distribuye por todos los continentes, no emigra, es incapaz de acumular en su organismo reservas alimenticias en forma de grasa, por eso en la penuria pueden morir masivamente.
Es de tamaño mediano, sin dimorfismo sexual. De costumbres nocturnas, poco después de la caída del sol abandona el posadero, en vuelo bajo y acrobático. Su régimen alimenticio se basa en topillos, ratones, musarañas; esta dieta se complementa con batracios, aves pequeñas, insectos, lagartos y murciélagos. Como otras rapaces nocturnas, la lechuza regurgita los restos no digeridos (pelos, plumas, huesos, restos de insectos) en forma de pelota ovalada de color gris oscuro llamada egagrópila.
En nuestra zona a partir de marzo se forman las parejas; no construyen nido; deposita de 4 a 11 huevos de color blanco mate, alargados. Solo la hembra incuba mientras es alimentada por el macho. Poco después de eclosionar las crías se cubren con un plumón blanco poco espeso que posteriormente se hace más denso hasta que salen las plumas. Si hay mucho alimento puede darse una segunda puesta.
Produce sonidos muy variados: chillidos, siseos y el característico canto. Caza de oído: puede capturar las presas en plena oscuridad, no por ecolocación como el murciélago; su morfología y fisiología (visión frontal, plumaje desflecado que permite el paso sigiloso del aire, grandes pabellones auriculares, garras) le capacitan como gran depredador nocturno.
